Wikipedia (Busca Palabras)

Resultados de la búsqueda

jueves, 6 de junio de 2013

La Iglesia "Una familia que comparte"


Viendo a Jesús de Nazaret, y el corazón de su mensaje de amor entrañable, me hace recordar los derechos de la familia humana. Haciéndolo desde Familia-Comunidad (lo cual es la iglesia) y pidiendo a todos mis hermanos en la fe, de esa familia-comunidad (toda persona que es creyentes de Cristo)   que seamos vinculados con los lazos de esta familia (la cual es mayor que la de sangre, ya que es en virtud del evangelio) porque es la norma que rige la convivencia de esta familia, dentro de la gran sociedad humana.

¿No comprendo cómo puede ser posible que entre nosotros (los cuales nos llamamos hermanos) tengamos propiedades sin uso (en las cuales podríamos hoy acoger viviendas sociales y proyectos humanizadores), y que no las pongamos al servicio de las personas? No vale el decir que la iglesia es caritativa, o que envía misioneros a varios lugares, o que ayuda a algunas personas que lo necesitan (y con esto no quiero decir que eso está mal, al contrario todo esto está muy bien)  pero lamentablemente el evangelio de Jesús es radical: si ves a un necesitado (o pobre) no le cierres tus puertas (tus entrañas, tu corazón). Nosotros como creyentes e hijos de Dios somos administradores de lo que es de todos, por lo tanto si hay alguien que pasa frio o está condenado a no tener ni dónde reclinar la cabeza, y no abrimos los espacios que tenemos cerrados para ofrecerles refugio, eso, robar.

Bien por los pastores y creyentes que abren las puertas a los hermanos más pobres. Pero duele ver como en varios lugares de Guatemala, las iglesias (grandes, pequeñas o megas) hayan desahuciado a varias familias, pero peor aún que esto, es que al parecer hay razones del porque no se puede atender a los pobres ¿Cuáles? Bueno les diré algunas, es que hay tantas oficinas centrales,  tantos seminarios, tantas mega-construcciones, tantos colegios cristianos, etc. (que por cierto, algunos están vacios, neciamente vacios, cuando eso debería ser compartido) tantos centros que construir, que no se puede compartir con los pobres, porque la “iglesia” siga creciendo, se sigue enfocando en instituciones y no en “comunidad de amor”. Se gasta más en actividades sobrevaluadas, eventos con gastos asombrosos, que en dar refugio a los necesitados, y esto no es porque no haya pobres ni necesitados, sino porque nos volvimos indiferentes a las necesidades de los demás.

Jesús (que es nuestro hermano mayor), “Hijo de Dios”, y nuestro Maestro, nos dijo que lo que nosotros hiciéramos con un hermano pequeño, es como que se lo hiciéramos a Él. Es por esto mismo que no podemos tranquilizar nuestra conciencia diciendo que ya lo hacemos. Recordemos que “debemos darnos” “debemos dar hasta que duela”, debemos vivir sin retener.

Definitivamente podríamos decir lo mismo de todas aquellas fundaciones e instituciones del estado, las cuales solamente abarcan un 10% cuanto mucho de todos los necesitados que hay en el país, y lo hacen, no de la mejor manera, a ellos también se les debiera exigir, pero no se puede hacer como a mis hermanos en la fe, ya que con mis hermanos compartimos una misma ética de pensamientos, que es la de Jesús, la cual nos dejo como legado antes de su ascensión, Él nos dijo: si quieren ser mis discípulos, tienen que hacerse servidores los unos de los otros, y no solo eso, debemos participar de su mesa (el pan) así como él lo hizo con sus discípulos (debemos Partir, compartir y repartir el pan, la vida y nuestros bienes). Si no hacemos esto, no somos miembros de la familia de Dios (y no me refiero a el nombre de alguna iglesia) ni representantes de Cristo en esta tierra, no pertenecemos a la verdadera Iglesia.

Pareciera que la Iglesia como familia-comunidad, ha tomado el ejemplo de las familias disfuncionales de la sociedad, donde los padres (pastores lideres y ancianos) buscan solamente el sostenimiento del hogar (velan porque se tenga lo necesario materialmente, aunque descuiden lo esencial) y los hijos (los creyentes y miembros de tal iglesia) al no encontrar la atención de los padres, buscan en sus alrededores alguien o algo que cubra sus necesidades emocionales, sentimentales y personales (es por esto mismo que muchos miembros migran a otras iglesias, u otros se mantienen saltando de iglesia en iglesia solo por llamar ser el centro de atención, como lo hace un hijo que busca atención) o peor aún busca malas amistades (Sectas) las cuales aunque no le dan la verdad, lo saben atender bien.

Espero que recordemos que la sociedad mundial será más unida y más feliz, si somos capaces de vernos a los ojos, siendo corresponsables y logrando ver todos en la misma dirección, luchando cada uno por la dignidad de todos los seres humanos y de cada uno (hombres y mujeres por igual) todos juntos trabajando por una auténtica fraternidad y viviendo como miembros de la verdadera familia de Dios, ser representantes de Cristo, ser la verdadera iglesia.

Jesús no solamente nos abre el camino, sino que nos deja marcada la dirección (y no hay otra): o servimos o traicionamos. O nos involucramos  para que las familias y personas puedan vivir con dignidad abriendo nuestras entrañas, o Jesús no nos reconocerá como hermanos, como lo hace con aquellas personas que cumplen la voluntad de Dios. ¿Tú sabes cuál es la voluntad de Dios? La voluntad de Dios es que todos sus hijos vivan con dignidad. El nos dio nuestras manos, y nosotros (todo creyente y ministro) somos las manos de Dios para partir, compartir y repartir… no para acumular.

lunes, 3 de junio de 2013

LA LIBERTAD DEL AMOR (ministros que sirven por amor)

Muchas personas dicen que cuando al amor le crecen alas, se vuela a un universo de felicidad compartida: el amar y ser amado. El mensaje del evangelio se resume en estas palabras “amar y ser amado” esta es la esencia de la vocación a la que los ministros del Reino han sido llamados. La libertad interior que nos da alas para volar… como también para amar, nace del corazón y de la decisión de vivir sin malgastar nuestra vida, negociando con los talentos que Dios nos ha otorgado.
Es difícil comprender la fe en Jesucristo y en su Iglesia, si no es en clave de entrega y servicio, hasta darse a fondo y sin condiciones, dicho en otras palabras ¡hasta dar la vida!
Es preocupante ver con qué frecuencia los cristianos (que son amigos y seguidores de Jesús, “representantes de Jesús”) andan más preocupados en estrategias, planes y reuniones pastorales, haciendo mecanismos exageradamente estructurados y en algunos casos Jerarquizados, estableciendo disciplinas demasiado institucionalizadas, las cuales muchas veces ponen un freno al impulso del corazón de dar y de darse, en muchos creyentes, o peor aún, terminan tratando de controlar lo incontrolable, como lo es el mover del Espíritu Santo, el cual todo lo hace nuevo.
Había un personaje el cual decía que “al final de la vida se nos examinará en el amor” justo en ese momento, el cual será sublime, todos seremos igualmente amados y considerados, nuestra defensa y nuestro único mérito serán las obras y nuestro corazón, el cual estará lleno de nombres, de todos aquellos que amamos y tratamos como hermanos. ¿Acaso hemos olvidado aquello que dice “Quien dice que ama a Dios, a quien no ve y no ama a su hermano a quien ve, es un mentiroso”?
Es momento de recordar que la única clave para entender y vivir la fe en Jesucristo es el Amor, y es esta misma fe en Jesucristo la que nos hace servidores y nos libera para amar, o nos puede convertir en traidores de la fe. Sir Rabindranath Tagore, quien fue un poeta filósofo dijo: “dormía y soñaba que la vida era alegría. Desperté y vi que la vida era servició. Serví y vi que el servicio era alegría”.
A nosotros los cristianos es la fe la que nos despierta a la vida, y es la vida la que nos invita al amor, el servicio hace que el amor sea generoso, que sea universal (sin límites). Es aquí y entonces cuando se produce el milagro de la felicidad plena; poder amar y ser amados, ser libres y ser libertadores.