Viendo
a Jesús de Nazaret, y el corazón de su mensaje de amor entrañable, me hace
recordar los derechos de la familia humana. Haciéndolo desde Familia-Comunidad
(lo cual es la iglesia) y pidiendo a todos mis hermanos en la fe, de esa
familia-comunidad (toda persona que es creyentes de Cristo) que seamos vinculados con los lazos de esta
familia (la cual es mayor que la de sangre, ya que es en virtud del evangelio)
porque es la norma que rige la convivencia de esta familia, dentro de la gran
sociedad humana.
¿No
comprendo cómo puede ser posible que entre nosotros (los cuales nos llamamos
hermanos) tengamos propiedades sin uso (en las cuales podríamos hoy acoger
viviendas sociales y proyectos humanizadores), y que no las pongamos al
servicio de las personas? No vale el decir que la iglesia es caritativa, o que
envía misioneros a varios lugares, o que ayuda a algunas personas que lo
necesitan (y con esto no quiero decir que eso está mal, al contrario todo esto
está muy bien) pero lamentablemente el
evangelio de Jesús es radical: si ves a un necesitado (o pobre) no le cierres
tus puertas (tus entrañas, tu corazón). Nosotros como creyentes e hijos de Dios
somos administradores de lo que es de todos, por lo tanto si hay alguien que
pasa frio o está condenado a no tener ni dónde reclinar la cabeza, y no abrimos
los espacios que tenemos cerrados para ofrecerles refugio, eso, robar.
Bien
por los pastores y creyentes que abren las puertas a los hermanos más pobres.
Pero duele ver como en varios lugares de Guatemala, las iglesias (grandes,
pequeñas o megas) hayan desahuciado a varias familias, pero peor aún que esto,
es que al parecer hay razones del porque no se puede atender a los pobres
¿Cuáles? Bueno les diré algunas, es que hay tantas oficinas centrales, tantos seminarios, tantas
mega-construcciones, tantos colegios cristianos, etc. (que por cierto, algunos
están vacios, neciamente vacios, cuando eso debería ser compartido) tantos
centros que construir, que no se puede compartir con los pobres, porque la
“iglesia” siga creciendo, se sigue enfocando en instituciones y no en
“comunidad de amor”. Se gasta más en actividades sobrevaluadas, eventos con
gastos asombrosos, que en dar refugio a los necesitados, y esto no es porque no
haya pobres ni necesitados, sino porque nos volvimos indiferentes a las
necesidades de los demás.
Jesús
(que es nuestro hermano mayor), “Hijo de Dios”, y nuestro Maestro, nos dijo que
lo que nosotros hiciéramos con un hermano pequeño, es como que se lo hiciéramos
a Él. Es por esto mismo que no podemos tranquilizar nuestra conciencia diciendo
que ya lo hacemos. Recordemos que “debemos darnos” “debemos dar hasta que
duela”, debemos vivir sin retener.
Definitivamente
podríamos decir lo mismo de todas aquellas fundaciones e instituciones del
estado, las cuales solamente abarcan un 10% cuanto mucho de todos los necesitados
que hay en el país, y lo hacen, no de la mejor manera, a ellos también se les
debiera exigir, pero no se puede hacer como a mis hermanos en la fe, ya que con
mis hermanos compartimos una misma ética de pensamientos, que es la de Jesús, la
cual nos dejo como legado antes de su ascensión, Él nos dijo: si quieren ser
mis discípulos, tienen que hacerse servidores los unos de los otros, y no solo
eso, debemos participar de su mesa (el pan) así como él lo hizo con sus
discípulos (debemos Partir, compartir y repartir el pan, la vida y nuestros
bienes). Si no hacemos esto, no somos miembros de la familia de Dios (y no me
refiero a el nombre de alguna iglesia) ni representantes de Cristo en esta
tierra, no pertenecemos a la verdadera Iglesia.
Pareciera
que la Iglesia como familia-comunidad, ha tomado el ejemplo de las familias
disfuncionales de la sociedad, donde los padres (pastores lideres y ancianos)
buscan solamente el sostenimiento del hogar (velan porque se tenga lo necesario
materialmente, aunque descuiden lo esencial) y los hijos (los creyentes y
miembros de tal iglesia) al no encontrar la atención de los padres, buscan en
sus alrededores alguien o algo que cubra sus necesidades emocionales,
sentimentales y personales (es por esto mismo que muchos miembros migran a
otras iglesias, u otros se mantienen saltando de iglesia en iglesia solo por
llamar ser el centro de atención, como lo hace un hijo que busca atención) o
peor aún busca malas amistades (Sectas) las cuales aunque no le dan la verdad,
lo saben atender bien.
Espero
que recordemos que la sociedad mundial será más unida y más feliz, si somos
capaces de vernos a los ojos, siendo corresponsables y logrando ver todos en la
misma dirección, luchando cada uno por la dignidad de todos los seres humanos y
de cada uno (hombres y mujeres por igual) todos juntos trabajando por una auténtica
fraternidad y viviendo como miembros de la verdadera familia de Dios, ser
representantes de Cristo, ser la verdadera iglesia.
Jesús
no solamente nos abre el camino, sino que nos deja marcada la dirección (y no
hay otra): o servimos o traicionamos. O nos involucramos para que las familias y personas puedan vivir
con dignidad abriendo nuestras entrañas, o Jesús no nos reconocerá como
hermanos, como lo hace con aquellas personas que cumplen la voluntad de Dios. ¿Tú
sabes cuál es la voluntad de Dios? La voluntad de Dios es que todos sus hijos
vivan con dignidad. El nos dio nuestras manos, y nosotros (todo creyente y
ministro) somos las manos de Dios para partir, compartir y repartir… no para acumular.