Los cristianos no se distinguen de los demás hombres ni por su
tierra, ni por su lengua. La doctrina que se les ha dado a los cristianos no es
gracias a la inteligencia y especulación de hombres curiosos, tampoco hacen
profesión, como algunos lo hacen, de seguir una determinada opinión humana, sino
que habitando en las ciudades y países del mundo, y siguiendo las formas de
vida de cada país, en lo que se refiere al vestido y la comida, como también a
las demás cosas de la vida, se muestran viviendo un ejemplo de vida admirable
y, por confesión de todos, extraordinario…
Los cristianos se casan como todos y engendran hijos, pero no
abandonan a los nacidos. Aunque viven en la carne, no viven según la carne, ya
que aunque estén en la tierra, su ciudadanía es la del cielo. Aunque se someten
a las leyes establecidas, con su propia vida superan las leyes. Aman a todos,
aunque todos los persiguen, aun cuando los desconocen, los condenan y hablan
muchas cosas de ellos. Si son llevados a muerte, reciben la vida, la mayoría son
pobres y enriquecen a muchos. Muchos creen que les falta todo, pero les sobra
todo, muchos los deshonran, pero se glorían en la misma deshonra. Son
calumniados, y en ello son justificados. Se les insulta y ellos bendicen, se
les injuria y ellos dan honor. Hacen el bien y son castigados como malvados.
Estando con Dios, aunque sean condenados a muerte, se alegran como si se les
estuviera dando la vida. Aunque los científicos, los ateos, y muchos más los
odien, los mismos no pueden decir los motivos de su odio…
Si quisiera resumirlo diría que, lo que es el alma en el cuerpo,
eso son los cristianos en el mundo. Como el alma está esparcida por todos los
miembros del cuerpo, así los cristianos están por todas las ciudades del mundo.
Aunque el alma habite en el cuerpo, no es del cuerpo, así mismo los cristianos
habitan en el mundo, pero no son del mundo. Así como la carne aborrece y hace
la guerra al alma, aún cuando no ha recibido ningún mal de ella, sólo porque le
impide entregarse a los placeres; así el mundo aborrece a los cristianos sin
haber recibido mal alguno de ellos, sólo porque renuncian a los placeres. Así
como el alma mantiene la cohesión del cuerpo, así los cristianos mantienen la
cohesión del mundo.
Lo que los cristianos tienen por tradición no es una invención
humana: si solamente se tratara de una teoría de mortales, no valdría la pena
un cumplimiento tan exacto. No se trata de una simple administración de misterios
humanos, por el contrario: Dios, el creador de todas las cosas y verdaderamente
omnipotente, hizo venir hacia los
hombres su Verdad y su Palabra la cual es santa e incomprensible, haciéndola morar
entre los hombres y estableciéndola en sus corazones…
Eso son los cristianos, y así deberían de ser, cuán difícil es la
tarea de un verdadero cristiano, pero cuan plena es la vida del verdadero
cristiano…