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viernes, 31 de mayo de 2013

Ministros como Sembradores de Reino y no funcionarios de sistema



Introducción
Siguiendo la línea de iglesia como comunidad de amor, y tocando especialmente los ministerios, resaltando desde aquí que los ministros de Jesús, deben ser ante todo, sembradores del Reino (como lo describe la parábola del sembrador en Marcos 4), y no funcionarios de un sistema religioso. Es necesario sembrar de nuevo en nuestro mundo la semilla de Jesús.

En esta reflexión no me centro en detalles administrativos, sino en los principios en los que se basan los ministerios cristianos, comprendiéndolos en su sentido original, como expresión y expansión del Reino.

Ministros sembradores de Amor (no jerarquías)
Actualmente, donde se maneja la jerarquía eclesial, la mayoría de jerarcas en las iglesias no son dictadores soberbios, ni aprovechados o astutos, tampoco son personas inmorales, sino personas que se sacrifican, y tienen una gran altura moral, como también espiritual. Pero sin embargo, la institución de poder que ellos mantienen en nombre de Cristo, no parece adecuarse al evangelio, el cual les demanda ser sembradores de amor, recordando (1 Corintios 13 y Marcos 4).

Parece una ironía la organización de instituciones actuales: en la historia podemos ver que unos sacerdotes legalistas de Jerusalén, los cuales tenían un pacto con el sistema imperial romano, condenaron a Jesús (porque le decían el mesías y se llamaba hijo de Dios); ahora muchos seguidores de ese Jesús, han establecido un nuevo tipo de sistema de poder sacerdotal (eclesial), el cual tiene un pacto con los nuevos poderes mundiales (cada uno con su estado o país, siendo un sistema que se busca a sí mismo).  Desde este punto debemos distinguir dos modelos de autoridad:

Un sistema necesita ministerios eficientes:
A los personajes eficientes, impecables, los cuales no se valen ni sirven por sí mismos, sino que trabajan para el todo (un sistema), no le importan los hombres (varones y mujeres), y menos los pobres (los cuales no invierten ni compran), ya que todos los sujetos (sean funcionarios o no), siempre son sustituibles, para el buen funcionamiento y producción del sistema.

Estos personajes (o funcionarios) los cuales son impersonales y eficaces, son esclavos de un sueldo (y en ocasiones un buen sueldo) del capital, empresa o institución, y su buen trabajo, en ocasiones implica la exclusión y muerte de millones de personas, los cuales son negados y apartados, y todo para el bien de los privilegiados, que al final, tampoco importan (ya que solo les importa el sistema). Todo aquel que se convierte en ministro de esos sistemas, terminan por ser criados de la muerte, ya que son responsables de un enorme genocidio que condena a la violencia, al hambre e incluso a la peste, a una tercera parte de la población del mundo podemos tomar como cita de referencia (apocalipsis 6:1-8).

La iglesia no necesita de esos funcionarios eficientes
Tampoco necesita mandos superiores en la iglesia (Marcos 9:33-37) nos menciona que el mayor es aquel que sirve a los demás. La iglesia verdadera no busca la eficacia administrativa o económica del sistema, sino el encuentro personal directo, jamás sistematizado, siempre abierto para todos, y de manera especial para aquellos que carecen de amor y dignidad, a aquellos que fueron expulsados del sistema, a los que les abre un espacio y un camino. Es por esto que Jesús rechaza el denario del César y su impuesto según (Marcos 12:13-17), tampoco  acepta el dinero del rico que es voluntario como lo dice (Marcos 10:17-22), ya que su tarea de comunicación entre creyentes (los humanos) se sitúa y la sitúa en un nivel de gratitud, y de encuentro inmediato entre personas.

Los ministros de la iglesia deben ser servidores de un amor que se regala (no de un secreto o una gran noticia que se apaga), pero también de un pan que se comparte (el cual no se puede comprar y no puede ser vendido). Cada ministro tiene únicamente la autoridad de su propio testimonio de entrega y comunión, el cual está fundado en el recuerdo de Jesús (esto quiere decir, la autoridad del amor). Con esto quiero decir que los ministros no están al servicio de una tarea externa (independiente de su vida), y tampoco son funcionarios de un sistema que deba expandirse como una institución de poder Religiosa. Los ministros deben ser personas que comparten un amor de humanidad al estilo de Jesús (tener la primicia en el amor).

Ministros versus Funcionarios
La diferencia entre los funcionarios de un sistema (los cuales son eficientes del todo, pero utilizan a sus dependientes y empleados, claro “pagándoles” por ello) y los ministros del Reino (los cuales regalan su vida como una expresión de gratitud y libertad personal, y la disponen al servicio de la comunión mesiánica). Jesús lo dice en (Marcos 9:35) RV95 “Entonces él se sentó, llamo a los doce y les dijo: -Si alguno quiere ser el primero, será el último de todos y el servidor de todos.”  Aún Pablo lo pone en relieve (2 Corintios 10-12) cuando nos dice que los ministros de la Iglesia no necesitan ser gobernantes habilidosos y menos políticos sutiles, sino ser simplemente portadores del mensaje del Reino el cual deben proyectar.

Aquí las diferencias entre un funcionario y un ministro:
·         Un funcionario pertenece a un sistema que impone condiciones y paga según la ley de oferta de demanda. / Un ministro del Reino es testigo del amor de Dios, él solamente busca la expansión gratuita de la vida, y el bien de todos.
·         El funcionario realiza sus servicios para que el sistema funcione y crezca, si las personas mueren, simplemente son sustituidas. / Un ministro del Reino no sirve para que la iglesia tenga éxito, sino para lograr que los seres humanos (hombres y mujeres) compartan su vida (en comunión) y puedan amarse de esta manera. El ser humano es el importante (no la institución) y cuando mueren, esperan  una posible resurrección.
·         Un funcionario se vende al todo y se vuelve parte del sistema para que funcione. / Un ministro del Reino no se vende por nada, ya que no busca que el todo funcione, sino que las personas logren comunicarse y se amen. Ellos actúan en libertad de amor, son representantes del Reino. Nos recuerdan las palabras dichas por Jesús en (Marcos 2:27) RV95 en cual nos dice “También les dijo: -El Sábado fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del sábado” esto lo dice claro, y el ministro debe entenderlo, no son los hombres para el sistema, sino el sistema para los hombres.
·         Un funcionario realiza una función externa (está separada de su vida) es un oficio. / Un ministro del reino sirve, con esto quiero decir que, sirve a las personas (hombre y mujer) con toda la  transparencia amorosa de su vida.

Esto nos indica que todo creyente debe ser ministro, ya que a todos les ha sido dada por gracia la palabra y el pan de Cristo, aunque algunos lo serán de manera especial debido a su dedicación específica en la obra del Reino, y por encargo de la comunidad.

Todos los cristianos son sacerdotes de Jesús, pero en la iglesia hay algunos que ocupan el sacerdocio como un servicio comunitario, por el Evangelio. La iglesia no debiera tener un culto especial, sino el culto de la vida de los creyentes, centrado en la Palabra y la comunión que es en Cristo.

Testigos de la Humanidad Mesiánica No Burócratas Religiosos
Puede ser normal que la iglesia haya mezclado sus ministerios con los rasgos culturales y religiosos del entorno, pero al hacer esto, puede perder su identidad mesiánica, volviéndose así en un simple sistema Religioso. Para no caer en esto, los ministros deben recordad cuál es su origen y cuáles son sus funciones principales.

Santificar las Jerarquías, un esquema hereditario
Mediante Cristo, todos los cristianos son sacerdotes, según el Nuevo Testamento (lo dice Pablo y Juan, también lo menciona Hebreos y Apocalipsis) supuestamente esto sigue siendo así, como principio. Gracias a la influencia del entorno jerárquico judío y helenista (o romano) se crea un tipo de sacralización jerárquica en alguno de los ministerios (con esto ellos querían ordenar la piedad o amor, pero se cayó en el problema de imponer el orden por encima del amor).

Siguiendo esta línea, la iglesia empezó a organizar los ministerios como órdenes Santas, a partir del III siglo d.C., en este momento se distinguen jerarquías y laicos, dando así a los superiores (especialmente obispos) una categoría ontológica de tipo sacerdotal la cual era propia del Antiguo testamento (en el templo de Jerusalén) y del entorno pagano, pero no del evangelio.

En el siglo IV d.C., los sacerdotes (ministros) nuevos, corren el riesgo de convertirse en un simple símbolo sacro de Jesús (casi sin la necesidad de ser amor para los demás), convirtiendo así el evangelio profético en justificación de un orden social jerárquico (en este tiempo ellos reciben un poder civil y religioso).

Cuando estos sacerdotes se establecen como jerarquía, configuraron la historia de Europa, llegando ahora al modelo funcional y burocrático moderno. Son eficaces, mas por su forma de ser (un valor ontológico y sagrado) que por su forma de obrar, volviéndose así como una clase elegida, una nobleza espiritual de algo divino.

Esto no solamente se quedó en las autoridades eclesiásticas de Roma, migro hacia los evangélicos (en muchas de sus denominaciones y doctrinas), sintiéndose así muchos ministros jerarcas divinos, teniendo síntomas de poder (un supuesto poder en nombre de Dios) los cuales les permiten influenciar (o manipular) al pueblo de Dios, no para que vayan y hagan discípulos, sino para que se queden y apoyen el sistema.

Max Weber diría” que no ejercen una autoridad tradicional, porque no proviene de herencia de sangre (nobleza), sino por un tipo de elección”. Si Jesús hubiera querido una aristocracia, hubiera empezado por sus apóstoles, la elección de ministros no es por califato (una transmisión familiar del poder), no va de padres a hijos, en sentido biológico, sino por elección divina y nombramiento santo.

La Burocracia funcional crea un Sistema de Ley
La iglesia afirma que todos los cristianos son ministros (sacerdotes, por ser portadores de Cristo), pero lamentablemente la iglesia interpreta a los ministros (especialmente pastores, apóstoles y Ancianos, o Diáconos) como funcionarios de un sistema organizado por ley bajo un apóstol (los que manejan el apostolado) o del Pastor general de la misión.

Supuestamente los Pastores y Ancianos (los diáconos apenas los toman en cuenta) tienen una vocación personal, la cual los vincula a la palabra de Jesús y a al ministerio de la iglesia, de manera que les siguen dando honores de clase superior, a través del orden sacerdotal. Pero en ocasiones, ellos tienden a volverse empleados (y algunos son muy impersonales) de una burocracia de poder, por eso es que importa más su imagen como funcionarios diestros (a los cuales jubilan o cambian por su edad si no cumplen su oficio) más que por su ser como persona.

El levantamiento y expansión de esta denominación burocrática, se vincula a la raíz Judía de la iglesia y a la tradición latina. Los romanos construyeron un derecho y extendieron una organización de funcionarios la cual les permitió gobernar por ley sobe varias ciudades. Cuando cayó el impero romano, los cristianos asumieron poco a poco esa organización, y la aplicaron a las nuevas condiciones de la sociedad y de la iglesia, especialmente en el siglo XI.

Podemos notar como han surgido conflictos de competencia entre la iglesia (tanto católica como evangélica naciente) y el estado, estos dos poderes han estado en crisis permanente de utilización y lucha mutua. En el siglo VIII, la ilustración racional se eleva con el despliegue de la ciencia y del capitalismo. Nosotros somos el resultado de esas luchas y procesos, tenemos un pasado cristiano, pero enfrentamos un presente de globalización neo-liberal, y estamos propensos a un futuro de comunicación en gratitud o a la destrucción masiva.

Se ha secularizado la sociedad civil, se ha separado de la iglesia y creo su propia burocracia legal y capitalista. Al parecer las alternativas sociales del marxismo han fracasado, extendiéndose de forma increíble (y podríamos decir suicida) el neo-liberalismo, con su gran sistema de función universal, el cual coloca el triunfo del sistema sobre la vida y la muerte de los hombres (de manera especial en los pobres.)

El crear sistemas en la iglesia (los cuales son funcionales y necesarios para destacar el sentido universal del evangelio y sus ministros) aunque no sean cristianos, pueden convertir a la iglesia en un sistema, ahogando de esa manera la libertad e las personas y sus comunidades.

Los Riesgos a los que se Enfrenta Actualmente (tradición, Clientela “un supermercado”)
Debido al cambio de la cultura y la dinámica del evangelio los modelos anteriores han entrado en crisis, la iglesia está buscando formas de servicio comunitario, que sea más personal e inmediato, que ellos comprendan que están en sintonía con la primera iglesia. Esto nos hace ver que el Ministro cristiano del futuro no podrá ser un Pastor Jerárquico, elevado sobre los fieles, como un príncipe divino, sino deberá ser un simple creyente (lo cual es encarnación de Dios), que asuma y realice la tarea vinculada a la unión de amor de los cristianos. Un ministro no podrá ser un funcionario del sistema neo-liberal, el cual pueda ser sustituible, sino un simple creyente, a tal punto que la misión cristiana se identifique con la misma vida de la iglesia.

Es claro que este cambio que se propone con respecto a los ministerios no será fácil ni uniforme, pero estoy seguro que ya ha empezado y se está haciendo en muchos lugares de diferentes maneras, aunque algunos por estar más interesados en la iglesia como institución no puedan verlo. Ante este problema no tenemos respuestas, pero si tenemos un camino, el cual podemos compartir, debemos volver al mar del evangelio, para entender la tradición y recrear la misión de la iglesia.

Resumiendo y aclarando lo escrito lo podemos mostrar en tres esbozos ministeriales insuficientes:
1.    Tradición: En varios lugares, el Apóstol o Pastor  pertenece al pasado, aunque es una figura hermosa, es llamada a extinguirse (aunque de hecho ya está extinta en muchos lugares como tal). Si algún Ministro busca solamente la imagen Pública o Sentido de poder en la iglesia, será pronto un objeto de museo (el cual es ajeno al evangelio) aun cuando este bien abrigado e incluso bien financiado por la sociedad postmoderna, la cual necesita tradiciones.
2.    Clientela: En el imperio romano fue importante, para mostrar su grandeza, los nuevos ricos buscan los servicios de una masa de clientes, para que les apoyen, y en compensación ellos reciben sus beneficios. Aunque en un plano social, este esquema ha terminado (por lo menos en su sentido antiguo), en algunas iglesias se sigue manteniendo. Los creyentes “laicos” no saben, no pueden decidir; son simplemente clientes de una iglesia donde reciben servicios espirituales, y son dirigidos por un patrón Pastor o patrón Apóstol.
3.    Supermercado: En medio de un mundo pluriforme, en el que las iglesias han perdido su función oficial, ya que los “clientes religiosos” (creyentes) tienen cada vez más capacidad y deseo de elegir los oficios eclesiales y patronos-ministros (pastor u apóstol) que mejor respondan a sus necesidades u opciones. Desde este punto el mercado religioso debería cuidar sus ofertas, ya que su competencia (un gran mundo de movimientos o grupos) es fuerte, debe mantener y aumentar sus usuarios o compradores, pero lamentablemente esto tampoco es evangelio, y simplemente hará crecer a la iglesia como institución, pero no como comunidad de amor y portadora del Reino.
A mi parecer, la iglesia actualmente debe superar todos estos esquemas, y empezar a promover, un modelo de colaboración y comunión personal, el cual se basa en la palabra y la comunión. Es claro que la fe individual y la decisión aislada del creyente es valiosa, pero resulta insuficiente, porque la iglesia no es la suma de creyentes ya constituidos perfectos, sino las mismas personas en comunión de los llamados por Jesús y abiertos a su reino.

Todos los cristianos son encarnación de Dios, representantes de Cristo, pero lo son solo en la medida en que regalan su vida en gratitud y comuniquen la vida como gracia. Un ministro debe presentarse al servicio de esa comunicación del amor, y darse a mismos creando vida, debe ser transparencia de gracia. Deben lograr que emerja y se expanda la autoridad de la Palabra de Dios.