Wikipedia (Busca Palabras)

Resultados de la búsqueda

miércoles, 13 de marzo de 2013

Cristología en la Historia del Cristianismo 2da. Parte por "Angel Marroquin"


III Cristología medieval (siglos XI-XVI)

Es a lo largo de este tiempo cuando se separa la Soteriología de la Cristología. Desde entonces la cuestión de Cristo será estudiada en una perspectiva metafísica, porque importa su sustancia, su esencia, su forma, su naturaleza, pero se pierde de vista lo que dijo y lo que hizo. Las respuestas de la teología no las responde Cristo, y la Biblia es sustituida por la filosofía y el derecho. Se empiezan a difuminar el amor que tuvieron los Padres de la Iglesia a las Santas Escrituras, y se comienza a  elaborar una teología más especulativa y alejada de lo salvífico. El resultado de ésta práctica será el distanciamiento de la cristología de la espiritualidad. Cristo tiende a desaparecer de la vida cristiana cotidiana, es sustituido en muchas ocasiones por devociones populares, santos, intermediarios o indulgencias; entre otras cosas porque la idea que se hacen de Cristo es la de un juez, alejado y terrible para los hombres, es el representante de la ley, del orden religioso y justo, incluso supersticioso. Es un Señor feudal, un Rey de los del mundo, más que lugar de encuentro con Dios Padre y con el perdón.
La ofensa que le hicimos a Dios era infinita, por lo tanto solo alguien infinito podía rescatarnos. Ese es Cristo, pero quedaba desvanecida la imagen de misericordia, la cual era sustituida por la de Señor y Rey. La vida cristiana medieval perdió toda su radicalidad y fuerza, salvo excepciones contadas. Separar a Cristo de la salvación es dejar a Jesucristo en manos de un médico forense, que estudia el cuerpo muerto sin comprender su estilo y ser en la vida. Este fue el error del neoescolasticismo.
Uno de los autores más destacados del panorama teológico medieval es Santo Tomás de Aquino, el cual en todos los órdenes de los estudios teológicos desarrolla e integra la fe cristiana con la filosofía de Aristóteles. Tomás de Aquino parte de una teología descendente, primero es Dios Uno y luego Trino. Sus estudios no se centraron en la figura de Jesús, aunque luego sí lo recoja como el camino para acceder al Padre. La Trinidad y la Cristología se van a distanciar a nivel teológico. No obstante, Tomás de Aquino es un fuerte deudor de la tradición agustiniana, y a pesar del aristotelismo, que lo acercaba de nuevo a posturas nestorianas, se mantiene fiel a la fe de la Iglesia, cuya dogmática se encuentra cerrada.
Tomás de Aquino desarrolla la cuestión de la subsistencia, el constitutivo formal de la persona. La Cristología se empobrece, aunque mantiene una relación entre Cristo, salvación y doctrina del cuerpo místico. Esto es debido a que la Cristología centrada en la relación hipóstática perdía la frescura evangélica y su implicación con el presente humano. La disociación trinitaria y cristológica de la vida concreta de los hombres convertía a Cristo en un misterio con implicaciones metafísicas. El trabajo estaba centrado en sus perfecciones de su naturaleza humana, pero se olvidaba la "kénosis", la dinámica en la que estaba escrito el evangelio, la fuerza de la transformación.
Posteriormente la teología neo-tomista oprimióaún más a Cristo. Se estudiaba sin dejar manifestarse al maestro, se perdía el sentido real de Jesucristo. La cristología se había colmado con la metafísica. La pregunta constante de la escolástica de quién es Jesús en sí mismo, demuestra lo descentrada que estaba la teología. Es el interrogante ontológico el que cuenta, se le aísla de la tradición Bíblica, dejando sin contestar quién es Cristo en relación con los hombres u como hombre vivo.
Posterior a la reforma del siglo XVI, los comentaristas y seguidores del neotomismo, reducirán la Iglesia a una pretensión jurídica, y la cristología a la discusión especulativa sobre el constitutivo último formal de la unión hipostática, subsistencia-persona. Si en la "SummaTheologica" Tomás de Aquino mantenía el plan de Dios Uno y Trino en la historia de salvación, esta perspectiva se atenuó y casi desapareció en siglos posteriores.
En los siglos XVII y XVIII hay de nuevo intentos de recuperar la viveza patrística, pero el neoescolasticismo se vuelve a imponer a finales del siglo XIX. Hay que reconocer que los Escolásticos mantuvieron la fe y la constancia en las afirmaciones dogmáticas de los concilios ecuménicos definitorios del dogma, pero había que recuperar a Cristo, sacarlo de la metafísica y que volviera a hablar por sí mismo.
En este periodo hubo grandes controversias sobre Cristo, pero también aparecieron algunos debates menores. El cambio principal se debió a la introducción del nuevo proceso de razonamiento y síntesis propio de la escolástica. En el contexto sociológico del feudalismo, Anselmo de Canterbury investigó por qué Dios se hizo hombre y tuvo que morir para salvarnos: ¿acaso no pudo hacerlo de una manera distinta? Con una argumentación brillante Anselmo sostiene que Jesucristo muere para satisfacer por el pecado, evitando así que el orden universal se altere para siempre.Algunos pensadores quisieron honrar a Jesucristo razonando según el principio de perfección, de acuerdo con el cual no era correcto negar a la naturaleza humana de Cristo ninguna perfección que pudiera haber tenido. Consiguientemente, lo consideraban el perfecto marino, el perfecto matemático, ¡incluso el perfecto canonista!

Al final de este periodo, los reformadores protestantes pidieron que se abandonasen las especulaciones metafísicas escolásticas sobre la constitución interna de Cristo, con el fin de volver a una confesión de Jesucristo más existencial y fundamentada en la Biblia, pues fue él quien nos alcanzó la salvación en la cruz, y su gracia nos salva ahora sin mérito alguno de nuestra parte.

I.IV Cristología de la Reforma y Contrarreforma (Siglo XVI-XVII)

La Cristología de la Iglesia Católica no fue cambiada por la reforma luterana. Si hubo ataques a sus desarrollos en la Mariología, la Antropología o el mismo significado de la salvación, pero a nivel dogmático, el credo no fue tocado ni alterado, por lo que sigue siendo expresión de la comunión. El luteranismo reinterpreta, buscando la fidelidad en la Palabra, el misterio de Cristo, pero desde lo soteriológico, no desde lo estático del dogma de Cristo. Por eso la teología que elaboran fácilmente ha encontrado una vía de diálogo con la cristología Católica u Ortodoxa en siglos posteriores.

Lutero y su teología también se opusieron a la elevación metafísica escolástica, ya que querían buscar la respuesta para la vida concreta, llena de dolor y sufrimiento para los hombres. Para la reforma era importante la experiencia antes que la especulación. Por eso la teología luterana trata de recuperar a Cristo para la vida cotidiana de los hombres. El único lugar posible de salvación para el hombre, corrompido indefectiblemente es la cruz. El centro de la cristología es la cruz, que es la cumbre de la redención de los hombres. La encarnación pierde significado, la "teología de la gloria" se opondrá a la "teología de la cruz", quedando la primera más defendida por Católicos y Ortodoxos, lo propio del reformado será la teología de la cruz. Esta teología sabe que Dios sólo se nos hace accesible, porque siendo pecadores quiso salvarnos. La "teología de la gloria" es una pretensión de los hombres, indica Lutero, lo que nos redime es el intercambio de la cruz, la mejor expresión del perdón de los pecados. Por eso descubrir la cruz es descubrir el propio pecado y la justificación amorosa y gratuita de Cristo: "A Dios sólo se le encuentra en su acción por mi" dice Lutero, el mejor lugar, incluso el único teológico para la redención es la cruz.
La contrarreforma Católica señalará la importancia de ambas, "theologia crucis" y "theologiagloriae", restableciendo una antropología no tan negativa, y equilibrando el significado no tan subjetivo de la redención. No sólo cabe el para mí, sino el nosotros comunitario. No obstante, hay un antes y un después en la lectura cristológica de las teologías, que aún hoy se utiliza. Se distancia y se diferencia entre una cristología descendente, la de la encarnación, el Hijo unigénito que estaba a la derecha del Padre se encarna por nosotros. Y la cristología ascendente, la de la cruz y resurrección, Jesús muere en la cruz por los hombres y el Padre lo resucita. Las dos perspectivas sesgadas pueden dar lugar a errores. Una cristología descendente puede olvidar el significado de la encarnación, Jesús no muere en la cama, sino enfrentado a los poderes político-económicos y religiosos de su tiempo, no es un extraterrestre disfrazado de humanidad. La teología ascendente puede hacernos olvidar que el que muere en la cruz no es un hombre cualquiera, sino que es “el hombre Dios”, el Mesías enviado por el Padre, el Hijo Unigénito de Dios, no es un hombre divinizado, sino Dios mismo. Esta dialéctica la resolvemos con un equilibrio entre ambas perspectivas, no es comprensible la vida de Cristo quitando aspectos de la misma, leyéndola parcialmente, su vida muerte y resurrección, desde la eternidad, es un todo para con nosotros.